Friday, April 29, 2011

Asuntos pendientes

Las historias de fantasmas y almas en pena son muy comunes en México. Algunas de ellas se vuelven tan famosas que se convierten en leyendas que pasan de boca en boca por mucho tiempo como por ejemplo la leyenda de la llorona o la de la planchada, mientras que otras se olvidan a través del tiempo. Martina Montenegro cuenta algunas historias más recientes en las que sus familiares han sido personajes importantes. Su madre siendo una de ellas le contó a Martina algo que le sucedió cuando era joven.

La mamá de Martina vivía en un rancho llamado El Eslabón, Salamanca, en el estado de Guanajuato. Cuenta la señora que su casa era muy grande y que su papá trabajaba en el campo. Todos los días, cuando su papá regresaba se sentaba en el patio a tomar un jarrito de pulque.

Un día después de llegar de trabajar, su papá le dijo:

-Hija ve y tráeme un jarrito de pulque.

La señora, en ese entonces jovencita, fue al cuarto donde estaba el garrafón para llenar el jarrito. Para su sorpresa, vio a un hombre parado en un lado del garrafón. El hombre parecía un catrín, muy bien vestido. Ella se asustó y fue a donde su papá estaba esperando. Y su papá le dijo:

-¿Y el pulque?

La señora le contestó:

-No lo traje porque vi un señor parado en un lado del garrafón.

Su papá se levantó yy fue a ver al hombre porque pensó que alguien se quería robar su pulque. Llegó al cuarto y no encontró a nadie. Volteo a ver a su hija y le dijo:

-Ay hija como eres floja y todo por no llevarme el pulque.

Unos días después paso lo mismo. Llego su papá y le pidió que fuera a traerle un jarrito de pulque. Como la señora tenía miedo, fue y le pidió a una de sus hermanas que la acompañara al cuarto donde estaba el garrafón. Cuando fueron, el hombre estaba parado en un lado del garrafón, pero su hermana no lo veía por lo que tomó el jarrito, lo llenó de pulque y se lo llevó a su padre.

La siguiente vez, la señora le pidió a otra de sus hermanas que la acompañara. Esta vez las dos vieron al hombre en el mismo lugar por lo que las dos fueron corriendo a decirle a su padre lo que habían visto. Por fin su padre les creyó. Pasó el tiempo y ellas se acostumbraron a ver al hombre aquel. No hacía nada. Un tiempo después se enteraron de que en el lugar en que la casa fue construida habían encontrado tres jarros pequeños con monedas de oro. Cuentan los vecinos que el Catrín, como ellos lo llaman, era el guardián del oro.

Montenegro De Sánchez, Martina. "Asuntos Pendientes." Telephone interview. 27 Apr. 2011.



Actividad:
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